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Gabriela Salazar

Cuerpa Sentida: Nuestros días y nuestras noches

La escritura a través de las palabras y los significados que plasmamos en ella nos da el poder de ser, crear, plasmar nuestros sentimientos y volver realidad nuestras fantasías; nos da la habilidad de inmortalizar casi cualquier cosa o casi cualquier recuerdo que queremos que se quede para siempre. Las palabras y la poesía se sienten y pasan por nuestro cuerpo, se manifiestan en quien escribe y en quien lee.

De eso se trata Cuerpa Sentida, de un lugar donde la escritura, nuestros sentires, pensamientos y experiencias puedan existir en un lugar libre, sin juicios, sin mandatos patriarcales; donde la normalidad no es la heterosexualidad ni la masculinidad, donde más allá del binarismo de género todo pueda tener su lugar de existir. Aquí no importará con quien vas de la mano en la calle, a quién besas en público o si eres hombre o mujer o si no eres ninguno de los dos. Aquí las historias y sentires queer pueden ser en sus máximos colores a través de las palabras y la libertad de la lectura. Por estas razones, nace este espacio llamado “Cuerpa Sentida”.

Hoy, para aflorar este espacio de escritura y poesía, les comparto un escrito que surgió gracias al Día Internacional del Orgasmo Femenino, mi bisexualidad, mis orgasmos, sus orgasmos y una serie de recuerdos que me ha hecho agradecer a una mujer y a las mujeres en general.

Nuestros días y nuestras noches

Por los días y las noches en que tu respiración se juntaba con la mía

Una respiración arrítmica, frenética y eufórica

Por los días y las noches donde tu piel y la mía trazaban ritmos y caminos para encontrarse

Por los días y las noches en que tus labios se posaban sobre mi sonrisa

Por los días y las noches en que cantabas gemidos en mi oído

Por los días y las noches en las que la lluvia caía y nuestro calor empañaba los vidrios

Donde tu presencia vehemente humedecía mi interior

Por los días y las noches en que veía como el placer protagonista agonizaba en tu cara,

derrumbándose sobre mí

Por los días y las noches en que tus pechos, tu cintura y ese lugar encantador de tus caderas

que da pie al inicio de tus muslos

eran mi camino de ida y vuelta, mi asilo

Por los días y las noches donde tu lengua hechicera hacía magia sobre mí y se encontraba

con la lava que bajaba por mi cuerpo

Por los días y las noches en que no pude más que verte, donde mi cuerpo y mi razón en

pasmo se encontraban por el develo que tu cuerpo significaba

Allí estaba yo, por fin, en el lugar y el tiempo en que únicamente yo existía para ti y tú para mí

Era imposible trastocar lo sublime de esa imagen, quizá si no la alteraba quedaría siempre para mí

Volvería por los días y las noches donde soltaba el control y un movimiento oscilante,

rítmico e involuntario en mi provocabas

Por los días y las noches en que sobre ti bailaba, donde tú y yo creábamos un ritmo que

elevaba los sentidos

Por los días y las noches en los que de mi interior surgían cantos en composición de gemidos

que eran dirigidos por ti, mi directora de orquesta

Por esos días y esas noches que nos vinculaban y donde los miedos no podían desintegrarnos,

donde el adiós inminente quedaba silenciado

Por esos días y esas noches,

nuestros días y nuestras noches,

te doy gracias

Compraría un boleto de ida y sin retorno a esos días y a esas noches, pero

no hay agencia que lo venda ni transporte que me lleve

-Gabriela Salazar

No piensen que esto acabó con ese escrito, es necesario para mi ponerlxs en contexto. El 8 de agosto, día en que se conmemora – yo más que conmemorarlo, lo celebro – el orgasmo femenino, escuché a una persona preguntar “¿Por qué no se celebran los orgasmos en general?” Mi respuesta fue simple: “Porque los hombres y las mujeres no viven su sexualidad, ni su deseo, ni sus orgasmos de la misma manera. Históricamente, la sexualidad de los hombres ha sido aplaudida mientras que la sexualidad de las mujeres se les ha ocultado y silenciado”. Es por esto anterior que para mí fue un día tan importante y que me llamó a escribir mi experiencia, a celebrar mi sexualidad y lamentablemente a dar gracias por lo que viví porque no todas las mujeres tienen el privilegio de vivir su sexualidad como la decidan, como les nazca y como quieran experimentarla.

A lo largo de mi –corto– camino de vida he pasado distintas etapas, experimentando mi sexualidad. Al principio en mi adolescencia fue algo de lo que me mantuve alejada porque mi primera aproximación no se basó en lo que yo realmente quería, donde mi deseo no fue tomado en cuenta. Por otro lado, tenía muy guardado en mí mi deseo hacia las mujeres, por lo cual no fue algo que experimenté durante esta etapa. Luego, a partir de los 19 años, cuando me encontraba en la universidad, empecé este camino consciente de reivindicar mi deseo, mi orientación sexual y mi decisión.

Me ha tomado casi 5 años –casi me pongo a llorar por pensar cuanto tiempo me ha tomado– sentirme bien, llegar un punto donde decir “solo sí es sí”, decir NO y no sentirme culpable de incomodar a otra persona, comunicar cuándo, dónde y cómo quiero las cosas, que mis orgasmos importan y sin mi deseo incluido nada es negociable. Por otro lado, pero para nada alejado a este camino que he construido, llegué a una estación que siempre –aunque en una parte de mi vida no era consciente– fue un poco indescifrable y muy esperada, el encuentro con otra mujer que de manera resumida (porque la manera no resumida será para otro momento) abrazó mi ternura y despertó posibilidades de ser y sentir mi sexualidad de maneras que no había vivido antes.

En relación a otra realidad, a pesar de que todas las personas tenemos la capacidad de tener orgasmos y ejercer nuestra sexualidad, existe una brecha orgásmica entre hombres y mujeres. Habitualmente, solo un 65% de las mujeres que tienen relaciones heterosexuales han experimentado orgasmos, a comparación de los hombres, donde un 95% los experimenta habitualmente en sus relaciones sexuales. El tema se vuelve distinto cuando hablamos de la experiencia de mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres (el estudio no específica otras identidades): 86% suelen experimentar habitualmente orgasmos durante sus relaciones.

Todo este cuento es para preguntarme y preguntarles, ¿qué pasa con ese 35% de mujeres heterosexuales o bisexuales que no suelen experimentar orgasmos durante sus encuentros sexuales? ¿Tener orgasmos es un privilegio? ¿Por qué no hablar más de los orgasmos femeninos? ¿Las mujeres pueden experimentar más placer en relaciones lésbicas? ¿Qué pasa con las relaciones heterosexuales? ¿Qué pasa con el deseo y sexualidad de las mujeres queer y hetero? Hagámonos ese cuestionamiento, independientemente si eres hombre, mujer o persona no binaria, preguntémonos ¿qué lugar tiene tu sexualidad? ¿Qué pasa con el deseo y la sexualidad de las personas con las que mantienes vínculos sexuales?


Datos: Damonti, P. (2020). La brecha orgásmica. Katakrak Liburuak

Portada: Javier Alamo



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